El Salón de los Espejos
ha sido, desde la apertura del Círculo Lucentino, escenario de innumerables
bailes, fascinantes y glamurosos. Sin embargo, uno de ellos, fue realmente «de
cine».
En la primavera de 1975, el
productor de TVE, Alfonso García, contactó con don Antonio Villa Álvarez de
Sotomayor —ilustre compositor y pianista, y referente cultural de nuestra
ciudad— para solicitarle su colaboración en un interesante proyecto: hallar localizaciones
para el rodaje de un capítulo del espacio televisivo «Los Libros». Se trataba
de una adaptación de Doña Luz, la novela que el insigne egabrense Juan Valera
escribió en 1879. La directora de cine cordobesa, Josefina Molina, entregó personalmente
al Maestro Villa el guión —escrito por ella misma—, para poder ubicar los
enclaves más idóneos que diesen vida a Villafría, nombre ficticio que Juan
Valera dio a la rica y aristocrática localidad andaluza en la que se desarrolla
la historia de Doña Luz.
Una vez decididos los
emplazamientos, rodaron dos escenas de interior en Cabra, concretamente en la
Casa del Marqués y en la Iglesia de la Asunción. En Lucena, rodaron exteriores
en Campo de Aras y en El Molino —casa
de Manolo Ortiz en el término de Zambra—, e interiores en varios lugares: en la
Parroquia de San Mateo, en el Santuario de la Virgen de Araceli, en Las Bodegas
del Carmen, en la casa de don José Álvarez en la calle Hidalgo, en la casa de
don Alejandro Gómez en la calle San Pedro, en la casa de don Antonio Villa en
la calle Ballesteros, y dos escenas en El Casino —una de ellas, acompañada por
miembros del centro filarmónico de Cabra y don Antonio Villa al piano, fue el
baile en el Salón de los Espejos, sin duda, el marco más apropiado en el que se
podía recrear fielmente el ambiente de la época para esta escena en especial, gracias
a su exquisita decoración—.
Durante los veinte días de junio
que duró el rodaje, el equipo cinematográfico se instaló en Los Santos, pero
fue en casa del Maestro Villa, en la calle Ballesteros, donde montaron el
cuartel general de la dirección artística: sastres, figurinistas, ayudantes de
vestuario, maquilladores, peluqueros, attrezzistas, etc.
Totalmente involucrado en el
proyecto, don Antonio Villa también se ocupó de buscar los actores extras para las diferentes escenas que
tenían que filmar junto a los actores principales como Maribel Martín, Eusebio
Poncela, Alfredo Mayo, Enriqueta Carballeira, José Riego y Roberto Martín.
Entre el grupo de afortunados lucentinos que, divertidos y entusiasmados,
resistieron largas horas de maquillaje, peluquería y sastrería, hasta quedar
perfectamente caracterizados a la moda del último cuarto del siglo XIX, se
encontraban: el joven Arturo Gómez Molero, Pilar Serrano, Rafael Rueda, Inmaculada, Gaspar y Antonio Villa,
Mari Vigo, Miguel Sánchez, Lola Roldán, Toñi Barea, Carlos Porras, Pepe Morán,
Manolo Roldán, Ismael Algarrada, Victoria Pallero, Juan Huertas, Manolo Ortiz,
Loli López de Ahumada, Leli Jiménez y Antonio Beato. Cobraron 300 pesetas por
día de rodaje. Algunos de ellos han cedido gustosamente las fotografías que
ilustran este relato en las que se pueden reconocer distintos rincones del
Casino y apreciar, gracias a la magia del cine, cómo nuestros extras parecían
auténticas estrellas.
Finalizado el rodaje, durante una
velada festiva que tuvo lugar en la bodeguita de El Molino, la directora, Josefina Molina, encargó al Maestro Villa
la música de la película. De solo una semana dispuso don Antonio para componer
el hermoso tema cuyas magistrales notas sirvieron, como broche de oro, de banda
sonora a Doña Luz.
El 31 de mayo de 1976 TVE emitió Doña Luz, y, seguramente, muchos lucentinos estuvieron atentos ante
el televisor. Gracias a don Antonio Villa, alma
mater de esta aventura y artífice de que algunos de nuestros paisajes y bellos
espacios, como el Salón de los Espejos, llegasen a través de la pequeña
pantalla hasta el último rincón del país.
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