Voy a soñar que estoy sentada ante el viejo buró, con tintero y pluma en mano, y que tengo todo el tiempo del mundo... porque soñar no cuesta nada.

jueves, 10 de abril de 2014

AUPAIR VS ERASMUS


La reciente polémica que se ha generado en torno a las becas Erasmus me ha traído a la memoria mi experiencia como aupair en Inglaterra, que es otra opción de aprender un idioma en el país de origen.

Las becas Erasmus se conceden desde 1987 a estudiantes universitarios que, a partir del segundo año de carrera y previa solicitud, pueden continuar sus estudios temporalmente y de forma homologada en otro país. Actualmente, son veintitrés los estados de la Unión Europea adscritos al programa. En España, la cuantía de las becas ronda los 300€, aunque esta cantidad puede ser mayor si la comunidad autónoma concede ayudas y si el país de destino tiene un nivel de vida más alto. El becario recibe esta asignación cuya finalidad es procurarle comidas y alojamiento, pero tiene total libertad para aplicarla como desee. Es decir, puede vivir en una residencia, en un piso compartido, con una familia, etc.

España y Alemania son los países con mayor número de estudiantes que disfrutan de estas becas. Sin embargo, debido a los recortes —en mayor medida provenientes de la Unión Europea—, a partir de ahora se van a tener en cuenta los expedientes académicos y las rentas familiares. Aplaudo esta medida porque me parece lógico, justo y apropiado que tengan preferencia los alumnos excelentes y las rentas más bajas. No entiendo que no se haya seguido este criterio o selección con anterioridad, al margen de crisis y recortes.

No hay excusa, y la beca Erasmus no es la única opción. Para los estudiantes no brillantes que no pueden acceder a las controvertidas becas Erasmus, para los jóvenes cuyos padres no pueden permitirse pagar cantidades astronómicas a familias de acogida, residencias o colegios mayores, universidades o ni siquiera  estancias veraniegas en el extranjero, hay otra alternativa muy interesante para aprender un idioma de forma económica y altamente efectiva: el programa aupair. El inconveniente, a diferencia de los que viajan con beca Erasmus, es que temporalmente —aunque no siempre— hay que abandonar los estudios. No se obtiene ninguna titulación siendo simplemente aupair. Sin embargo, puede merecer la pena «perder» un año —o unos meses, y después incorporarse de nuevo al curso— porque el aprendizaje es raudo e intenso.

Ser aupair consiste en vivir con una familia, como un miembro más, disfrutando de estancia y manutención gratuitas, a cambio de realizar tareas del hogar por las que se recibe una remuneración. Normalmente, se trata de tareas relacionadas con el cuidado de los niños, además de limpieza y plancha. De este modo, la aupair solo tiene que pagar su viaje de ida y vuelta.  El sueldo que recibe por parte de la familia anfitriona suele ser suficiente para los gastos personales. Tanto el trabajo específico como el número de horas diarias, salario y días libres, se concretan y acuerdan de antemano. Es por eso que la aupair dispone de tiempo y dinero para asistir a clases de refuerzo del idioma, salir, viajar, estudiar o trabajar. La convivencia con una familia autóctona favorece la rápida asimilación del idioma; los niños, en concreto, son los mejores profesores naturales, según mi propia experiencia.

Tradicionalmente, el término aupair se ha vinculado a «mujer de entre 18 y 30 años», pero en la actualidad, existen nuevas modalidades que están alcanzando mucho éxito y que hacen posible que cualquiera, con indiferencia del sexo y de la edad, pueda viajar y aprender otro idioma de forma económica: aupair masculino (demandado en familias con hijos varones o que requieran de otro tipo de trabajo como jardinería); aupair senior (hombre o mujer mayor de 40 años para cuidar niños o ancianos, o solamente de la casa); aupair sin hijos (solo tareas del hogar); demi aupair (trabajan menos horas y no reciben remuneración, pero disponen de más tiempo libre. Esta opción es muy utilizada por universitarios que ya cuentan con la beca Erasmus).

En mi opinión, ser aupair no es solamente aprender un idioma extranjero, sino que abarca mucho más: es una vivencia que hace madurar. Puede ser dura y divertida al mismo tiempo. No es fácil adaptarse a una cultura diferente y convivir las veinticuatro horas del día con una familia extraña. Aunque ellos suelen estar preparados y entienden la situación —que puede resultar incómoda—, lo cierto es que hay que tener suerte con los anfitriones. Aunque para ello, hay agencias especializadas que ponen en contacto a ambas partes, de manera que hay cierta garantía de compatibilidad además de una cobertura y protección para el/la aupair. Por otra parte, siempre es enriquecedor viajar, conocer a gente diferente, a otras aupaires de distintos países que en ese momento están viviendo la misma situación. Se puede incluso hacer amistades para toda la vida y mantenerlas a través de los años —pongo como ejemplo a mi querida amiga Piluca, a quien conocí en Inglaterra en 1989 y sigue estando, afortunadamente, presente en mi vida.

Han pasado muchos años y es imposible que lo recuerde todo, pero, antes de que el paso del tiempo me cree más lagunas, voy a intentar rescatar del olvido todo lo que viví.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario