Mi bisabuela paterna,
Filomena Calzado Armenteros, nació en Jaén el 23 de septiembre de 1847. Poco
después, la familia se trasladó a Lucena. Filomena se casó en 1868, a la edad
de 21 años, con su primo Francisco Calzado. De este matrimonio nacieron dos
hijas, Araceli y Josefa, a la que llamaban Pepa. Desgraciadamente, unos años
más tarde Francisco murió dejando viuda a Filomena con dos hijas adolescentes.
Araceli y Pepa se
educaron en el colegio de Las Escolapias, que desde 1871 a 1918 se ubicó en la
calle Ancha, donde más tarde estuvo el colegio de Las Filipenses. Allí se
formaron en las materias elementales además de idiomas, música, caligrafía y
las enseñanzas femeninas propias de la época. Fue ahí donde Pepa comenzó a
bordar su ajuar.
Por entonces, era
costumbre en Lucena que, durante las Fiestas de la Virgen de Araceli, se
celebrara una exposición de labores de las jóvenes lucentinas que presentaban
sus obras a concurso. Pepa presentó una pieza de su ajuar y recibió un diploma:
“A la Srta. Doña Josefa Calzado Calzado,
por una sábana bordada en blanco”. Fechado el 5 de mayo de 1895.
Araceli se casó siendo
muy joven, con apenas 17 años, con Tiburcio Moreno, y, con muy poca diferencia
de tiempo, su madre, Filomena, se casó en segundas nupcias con Rafael Beato
Solís el 24 de noviembre de 1886. De este segundo matrimonio, nacieron Rafael
–mi abuelo-, Filomena, Francisco y Mª Carmen.
Pepa, por su parte,
contrajo matrimonio con Antonio Moya, un comandante del ejército de Jaén, donde
vivió hasta que éste murió, sin que hubiesen engendrado hijos. Volvió a Lucena para
vivir con su hermana Araceli, a la que siempre estuvo muy unida.
Cuando mi bisabuela
murió el 30 de julio de 1919, poco antes de cumplir 72 años, era viuda desde
hacía quince. De los seis hijos que había tenido, dos del primer matrimonio y
cuatro del segundo, sólo vivían cuatro: Araceli, Pepa, Rafael y Filomena.
Rafael se casó con
Francisca de Paula López Berjillos -mi abuela-, que dio a luz a trece hijos, de
los que solamente sobrevivieron siete, cuatro varones y tres mujeres. Y
Filomena se casó con Francisco Díaz, con quien tuvo dos mellizos varones.
Araceli y Pepa estaban
tan unidas, que el día que Araceli murió –a finales de la década de los 40-,
durante su velatorio, Pepa se sintió muy enferma. Cuentan que sentía tal
tristeza por la pérdida de su hermana que parecía no querer seguir viviendo, y,
efectivamente, al día siguiente murió. No dejaba hijos, por lo que sus pertenencias
fueron repartidas entre algunos de sus sobrinos y su hermana Filomena, quien
fue depositaria del exquisito ajuar.
Cuando Filomena murió
en 1964, sus hijos, por deseo expreso de su madre, entregaron a sus primas,
-hijas de Rafael, mis tías- algunas alhajas y el resto del ajuar de Pepa.
En la actualidad, mis
tías conservan aún una pieza del laborioso ajuar que su tía Pepa primorosamente
tejió y bordó en Las Escolapias alrededor de 1885 –hace casi 130 años-. Se trata
de una sábana de incalculable valor por su extraordinaria belleza. Se puede
apreciar un delicado encaje de filigrana, unido a un fino hilo sobre el que
resalta un bordado espectacular y único: no hay puntada igual a otra; destacan
sus iniciales, JC de Josefa Calzado, entre dos dragones cuyas alas se
despliegan, rodeados de flores con distintos relieves y pétalos que se abren. No
es una pieza que deba estar guardada y olvidada en un cajón, por lo que se
busca un museo u otro lugar apropiado, pues es digna de ser expuesta y
admirada.
Calle Ancha, a la derecha el colegio e iglesia de las MM. Escolapias y más tarde de las MM. Filipenses. Lucena, hacia 1910.