Quiero inaugurar este blog con un
texto que escribí hace varios meses, tras vivir una experiencia que me conmovió
y removió mi interior, sin ser consciente de que lo guardaba para una buena
ocasión. Está dedicado a Manolo, cuya
perseverancia me inspira, y a sus padres, porque siempre necesitamos el apoyo
de los seres queridos para poder cumplir nuestro sueño.
Lucena, 16 de marzo de 2013
Hoy he asistido a las XVI
Jornadas para padres que organiza la delegación de Servicios Sociales en
Lucena. En los últimos siete años sólo he faltado el pasado -lo que lamenté
mucho porque siempre me han gustado y las he disfrutado. Como ya es habitual, las
dos conferencias han sido muy interesantes, y el día, en general, ha sido
provechoso y satisfactorio, pero hoy ha ocurrido algo singular.
Antes de la primera conferencia,
por la mañana, ha habido un breve y peculiar concierto. Varios alumnos del
conservatorio elemental de música de Lucena adscritos al programa Musintégrate -todos con deficiencias
psíquicas-, han tocado algunas piezas con diferentes instrumentos, acompañados y
guiados magistralmente al piano por profesores del conservatorio.
El primer alumno, un niño de unos
nueve o diez años, ha tocado el piano; en segundo lugar, una adolescente, el
violonchelo. Ambos se esforzaban en tocar lo mejor posible, aunque su torpeza
era evidente y por eso mismo entrañable, pero físicamente resultaba muy difícil
apreciar su deficiencia.
El tercero, un joven de unos
veinte años con síndrome de down, ha tocado el saxofón siguiendo el ritmo y los
compases con el pie sobre el escenario. Los primeros temas han sonado realmente
bien, con soltura, pero en los últimos, ya se le notaba cansado y nervioso, y había
notas que ni siquiera se escuchaban. Ya no acertaba, no tenía fuerza para soplar,
sin embargo, él repetía incesantemente, lo intentaba una y otra vez. Miguel
Beato, el profesor de piano, lo acompañaba de una forma indescriptible, mirándolo,
adaptándose a su ritmo, a sus repeticiones, a sus atranques, con auténtica
maestría y dulzura al mismo tiempo. Ambos han provocado una escena que despertaba
tanta ternura que me ha emocionado. Al final, con los aplausos, yo quería
gritar ¡BRAVO!, pero tenía un nudo en la garganta y los ojos llenos de
lágrimas.
Durante la paella de convivencia,
supimos por sus padres que Manolo desde
pequeño quería tocar el saxofón, les rogaba y les suplicaba, pero ellos lo
veían inviable. Confesaron que desde que nació ellos apenas tuvieron esperanzas
en sus posibilidades. Pero Manolo nunca dejó de insistir en su empeño de tocar el saxofón.
Años después, su padre, que es constructor, acudió a hacer un trabajo: se
trataba de insonorizar una habitación para un músico, un guitarrista. El padre
le contó que su hijo desde pequeño tenía la ilusión de tocar el saxofón, y el
guitarrista consiguió que un compañero saxofonista le diese clases. Ahí empezó
todo.
Ahora, Manolo es capaz de tocar, ¡y
muy bien! -tuve la suerte de escuchar en el móvil del padre una grabación de un
Cumpleaños Feliz perfecto-. Sus padres, que se desplazan dos días de la semana
de Córdoba a Lucena para acudir a las clases al conservatorio, no caben en sí
de orgullo.
Hay que ir a lo esencial, no a lo importante, hay que confiar, hay que soñar,
tener sueños y perseguirlos.
A quien escribe se le supone el valor... de enfrentarse a las cuartillas en blanco y de tener en cada lector un crítico, que puede abandonarte a la quinta o la trigésima página pero que tambien puede quedar seducido una y otra vez con lo escrito.
ResponderEliminarComo Manolo puedes perseguir este sueño, confiar en él y alcanzarlo.
Quien escribe necesita lectores, soy uno más.
Besos
Qué bonitas palabras, Joaquín. Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias a tí Araceli; voy a marcarte un texto cortito que colgué en mi muro en agosto.
EliminarBesos
¡Bien escrito prima primor!
ResponderEliminarSi algo he aprendido en mis últimos años como voluntario, es que si te repiten, una y otra vez que no puedes, que no eres capaz... al final acabas siendo eso, un incapacitado. Nos empeñamos en considerar minusválidos a personas que son sólo minusvaloradas.
¡Enhorabuena!
Muchas gracias, primor de primo, y muchos besos.
ResponderEliminarMagnífico, Ara! no me extraña q se te hiciera un nudo en la garganta..no sería pá menos! Por mi propia experiencia, puedo decirte, q una de las cosas más positivas q tiene el intentar algo con tanto ahínco y durante tanto tiempo, es q se va aclarando el círculo de personas q realmente merece la pena y cuál, sorprendentemente, jamás creerías q te daría de lao..
ResponderEliminarVa a favoritos éste, tu particular buró, para ir estando al día de tus andanzas blogueras!
Un besote,
Ph.
Muchas gracias, amigo. Un abrazo fuerte.
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